En 1537, el donante (propietario) de la Capitanía, Duarte Coelho, crea la Vila de Olinda, estableciendo allí su capital.

¡Aquí haremos nuestra primera parada y conoceremos a Olinda!

Su nombre ya es curioso y existen varias versiones para explicar su origen. Pudo haber sido la exclamación de Duarte Coelho, al ver el panorama desplegarse frente a él, desde lo alto de sus cerros. O el nombre de un personaje de una novela, o incluso un homenaje a algún poblado portugués.

El Centro Histórico de Olinda, también llamado Cidade Alta, forma parte de una gran área protegida por su patrimonio histórico y cultural. Aquí vivían los señores dueños de plantadores, enriquecidos por el crecimiento y la exportación de la producción de azúcar, que fluía por el puerto de Olinda, llamado Recife.

Aún no hemos dicho nada sobre los holandeses, que jugaron un papel muy importante en la historia del Noreste brasileño, así que vayamos a ellos.

Por varios años la Capitanía de Pernambuco produjo mucha azúcar y fue responsable de más de la mitad de las exportaciones del país. Toda esta prosperidad llamó la atención de los holandeses que, entre 1630 y 1654, invadieron y ocuparon buena parte de Pernambuco. Inventaron un Brasil holandés, dirigido por el Conde Mauricio de Nassau, que eligió la región de Recife como la ideal para ser su capital, después de haber permanecido durante un año en Olinda, no haberle gustado, haberlo prendido fuego y luego abandonarla.

Tras la expulsión de los holandeses de Brasil, Olinda volvió a ser la capital de Pernambuco, pero con el declive de la economía azucarera y la constante competencia con Recife, que se hacía cada vez más próspera, la ciudad cambió de perfil, convirtiéndose en un refugio de aristócratas y religiosos.

(Más adelante volveremos a hablar de los holandeses, que marcaron la vida del Estado de Pernambuco de forma casi indeleble).

Y Olinda permaneció en el siglo 19 en completo estancamiento, sin ningún crecimiento. Estos periodos de estancamiento en una ciudad colonial terminan contribuyendo, al final, a su preservación arquitectónica, como sucedió con Ouro Preto, en Minas Gerais, pero este es un tema para otro curso ... El renacimiento de Olinda solo sucedió en el siglo 20 y precisamente por su potencial turístico.