En la segunda mitad del siglo 17, comenzó el declive de la producción azucarera brasileña.

En aquél momento, los holandeses, que fueron expulsados ​​de Pernambuco, se trasladaron a las Antillas Holandesas con el know-how de la cultura del azúcar en sus maletas. Allí desarrollaron una producción más sofisticada y Portugal no pudo competir, ni en precio ni en calidad, con el azúcar antillano. Así comenzó la crisis de la producción azucarera del noreste.

El noreste perdió poco a poco la importancia económica colonial, cuyo eje se desplazó hacia el sureste, con el descubrimiento de oro en Minas Gerais, pero este tema queda reservado para otra conversación.

En cualquier caso, la producción de azúcar se redujo, pero nunca se detuvo, y cuando se firmó la primera Ley que prohibía la trata de esclavos en 1830, los traficantes y plantadores inventaron fórmulas para seguir transportando y vendiendo esclavos que llegaban de África.

El anuncio de la llegada de nuevos esclavos a la costa de Pernambuco estaba todo codificado. Los africanos fueron escondidos bajo la carga de gallinas de Guinea en botes que desembarcaron en un muelle ilegal, al sur de Recife. El desembarco de las gallinas se anunciaba en voz alta: "hay una gallina nueva en el puerto" y este mensaje, de que llegaba un nuevo cargamento de esclavos, se entendía rápidamente. En plena noche desembarcaban los esclavos y allí mismo, en el puerto, eran comercializados.

¿Quién se atreve a decir el nombre del Puerto?

Porto de Galinhas.